Una idea genial puede aparecer de la nada, sin buscarla siquiera, pero llevarla al papel es otra historia. Las ideas geniales son como los sueños: ¡desaparecen tan rápido! Escribimos atropelladamente para aferrarnos a la idea y nos eleva la euforia y caminamos ligeros, entre algodones. Pero cuando unos días después releemos nuestra obra de arte…
